Creer que uno mismo no vale o no defender nuestros propios valores, es muy destructivo para todos aquellos que nos rodean.
Cambiar, reconociendo que todos somos únicos y sagrados, depende de nuestra buena voluntad.
Desafortunadamente hay personas a las que les molestan los éxitos, las virtudes, la felicidad…y la luz de otras. Basan su existencia en intentar apagar aquella luz de la persona a la cual intentan parecerse olvidándose de ser ellos mismos.
Ante esto lo mejor es no dejar de brillar.
«Cuenta la leyenda que, una vez, una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía rápido con miedo de la feroz depredadora y la serpiente no pensaba desistir.
Huyó un día y ella no desistía, dos días y nada…En el tercer día, ya sin fuerzas la luciérnaga paró y dijo a la serpiente:
– ¿ Puedo hacerte tres preguntas?
– No acostumbro dar ese privilegio a nadie pero como te voy a devorar, puedes preguntar.
– ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
– No, contestó la serpiente.
– ¿Te hice algún mal?
– No, volvió a responder
– Entonces, ¿por qué quieres…
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