Es increíble con qué facilidad damos las cosas por muertas. Hoy leía una noticia que me ha conmocionado profundamente: Una mujer en Australia dio a luz a dos bebés y a uno de ellos le dieron por muerto porque al nacer no respiraba. La mujer quiso tener el cuerpecito inerte en brazos y con todo el amor del mundo le habló, le acarició, le cantó… Pasado un rato, la criatura reaccionó y finalmente acabó cogiendo la teta de su madre. Hoy vive con gran salud.
Esto me ha hecho reflexionar sobre lo poco que solemos apostar por la vida. Lo poco que la cuidamos. Vamos, lo poco que creemos en ella… Ella que tiene un espíritu inmortal y nosotros dale que la matamos!
Me viene a la cabeza una historia personal donde en un macetero del piso yo veía una especie de tubérculo al que yo no le encontraba sentido, tan seco y cero florido! Al final un día decidí sacarlo de ahí y tirarlo a la basura. Mi compañera al verlo lo rescató, lo limpió de toda la porquería pegada y lo volvió a plantar. A los días, para mi gran asombro (y cargo de conciencia….) de ahí emergió una hoja fuerte, super tiesa y con un verde bien intenso. Hoy la miro y vuelve a tener el mismo aspecto que aquel día que la arranqué de su macetero para meterla en la bolsa de plástico con el resto de desperdicios. Sin embargo ahora sé que cuando menos me lo espere, hop! ahí que brotará de nuevo (porque ya lo ha hecho más veces) esa hoja fuerte, firme y verde que me recordará lo fácil que daba por muertas las cosas.
He puesto el ejemplo de una planta. Pero también lo podría poner con algunas relaciones. Y ahí la cosa se complica mucho más…. Ya que con las relaciones entramos en el terreno de los corazones y las ilusiones. Y todos sabemos lo que significa un corazón o una ilusión rota, o traicionada. No obstante, siguen vivas! Y ese es el gran error, darlas por muertas. Y aún muertas, en el caso de que lo estuvieran, siempre permanece vivo el espíritu. Éste sí que nunca muere. Por eso tenemos la oportunidad siempre de honrar y cuidar el espíritu, tanto de lo vivo, como de lo muerto.
La lección: comprobar hasta la saciedad de que la muerte finalmente ha llegado. Pues no hay nada peor que enterrar o echar a la basura algo aún con vida. Os invito pues a mirar dentro de cada uno y buscar aquellas ilusiones que dabais por muertas e ir al rescate. Así como esas relaciones que aún queréis en vuestras vidas y que sin embargo un mal día abandonasteis a su suerte.